EDUCACION: Edelmiro Bianchi

     AÑO IV - NUMERO 33 - MAYO/JUNIO DE 2004     


LA ENSEÑANZA, ¿PERJUDICA LA SALUD?


El siglo 21 se inició con una serie de acontecimientos que afectan a la salud de la población. La crisis financiera, la desocupación, la recesión, la desnutrición, son estresantes a la hora de hacer un balance sobre nuestras vidas. La guerra que se desencadenó tras la destrucción de las torres gemelas de Nueva York, el desborde del río Salado en Santa Fe, la delincuencia en las calles, la inseguridad que nos agobia, está mellando nuestro patrimonio social y cultural.

De esta realidad no permanece ajeno la persona del docente. Más aún, el profesor y el maestro deben afrontar hora tras hora una situación de conflicto que está lejos de compararse con un armónico proceso de enseñanza-aprendizaje. El incremento de horas de trabajo (hasta 44 horas semanales en nivel medio, según la ley de incompatibilidad) en detrimento del salario, obligó a los profesores a acumular mayor carga horaria para recibir un sueldo algo mejor pero relegando conquistas sociales y laborales, cediendo su tiempo para el descanso, la recreación y la vida familiar. Además las modificaciones en la ley de jubilaciones, con el aumento de la edad para obtener el beneficio y con la eliminación del 82% móvil, fue otro sacudón a la estabilidad emocional de muchos docentes que ya no encuentran en la profesión el incentivo contenedor del que gozaron en otros años.

Estos y otros factores (régimen de licencias, concursos, titularización, censo, etc.) son el motivo de reacciones poco felices ante sus pares, ante los padres y, lo que es peor, ante los alumnos. Las discusiones son frecuentes, las actitudes de enfrentamiento con los alumnos, por actos que se consideran de indisciplina van afectando la profesionalidad de los profesores y los tornan hostiles ante una adolescencia que, con las mismas razones, vive acelerada y no le encuentra motivos a su existencia.

Hay una enfermedad, "síndrome de burnout" o "síndrome de estar quemado por el trabajo" que debería empezar a ser considerado como enfermedad laboral en la función del docente. Esta patología, parecía estar lejos de nuestra cotidianeidad, pero la globalización también nos ha traído esta forma de estrés laboral.

El "síndrome de burnout" está directamente relacionado con las profesiones que tienen una alta interacción con otras personas. Se caracteriza por agotamiento emocional, despersonalización y una baja realización profesional de los agentes sociales que lo padecen y presenta una serie de consecuencias fisiológicas, psicológicas y conductuales que debemos tener en cuenta a la hora de considerar la salud laboral de los docentes. Aunque está relacionado con el estrés, el "burnout" tiene características diferentes y aparece como consecuencia de un control deficiente o inadecuado de las estrategias utilizadas para afrontar las situaciones o cuando la fuente de estrés se relaciona con la interacción con otras personas.

Las causas específicas de estrés y de "burnout" de la enseñanza, consideradas como más importantes por los mismos profesores son: la falta de tiempo suficiente para preparar el trabajo; el número de alumnos por clase; la baja consideración de la profesión docente; la competitividad; el desinterés de los padres por sus hijos; la falta de motivación de los escolares; el excesivo papeleo burocrático y la hostilidad o mala conducta de los alumnos. Los síntomas más comunes: cansancio, nerviosismo, preocupación, tensión, irritabilidad e ideas obsesivas.

Algunas actitudes de los docentes para con los alumnos, con los padres y con otros docentes se pueden encuadrar en este diagnóstico y, no es que las quiera justificar, pero se puede comprender el por qué de su obrar. Son frecuentes: agresiones y discriminaciones que no favorecen en nada la formación de la personalidad y la templanza del carácter de sus alumnos; los fracasos escolares con excesiva y continua repitencia; las discusiones docente-alumno con vocabulario procaz; las amenazas con amonestaciones y / o aplazos; las prohibiciones de concurrir a los sanitarios en horas de clases cubriendo una desconfianza enfermiza; cinismo en el trato con los padres y colegas; permisividad, etc, presentan un panorama negro que afecta a la familia y a la comunidad, con desprestigio creciente de las instituciones educativas y de sus profesores o maestros.

El catedrático que trabaja el máximo de horas o el que tiene actividades en varias instituciones, es más vulnerable a sufrir un desgaste o una fatiga mental emocional que no se recupera con el mismo descanso o desconexión mental. Para contrarrestar este desgaste se requiere ejercer la docencia con profesionalidad y responsabilidad y que la institución le facilite espacio, tiempo y recursos suficientes para que pueda elaborar mentalmente las emociones que moviliza en su trabajo.

Colega docente, si te sientes agotado, agresivo, si no soportas estar en el aula con tus alumnos, requiere los servicios médicos y cuida tu salud, el daño que estás haciendo a una generación de jóvenes argentinos es muy grande. La sociedad requiere un profesional sano. Si por el contrario piensas que necesitas cobrar el presentismo, estás equivocado, la docencia no es una actividad de beneficencia.

 

Edelmiro Bianchi

Catedrático del Instituto de

Profesorado Nº6 de Coronda, Santa Fe

 

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ACTUALIZADO: Tuesday, 19 de September de 2006

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