La
situación era caótica, por mi mente pululaban millones de ideas,
muchas de ellas opuestas.
Caos,
horror, la destrucción total. ¿Qué hacer?, ¿cómo continuar?,
¿abandonar?, ¿ceder?, en fin, ¿darse por vencido?.
La
fatalidad estaba a la orden del día, era una lucha cuerpo a
cuerpo, en la que resultaba muy difícil vislumbrar un final
satisfactorio, al menos para mi.
Transcurrieron
los días procurando realizar todos los cambios que racionalmente
me llevarían a puerto seguro. ¡No funcionaban!, entonces, probar
con los cambios que irracionalmente..., nada!.
De
nuevo las dudas, el terror, la desolación. Ya no quedaban
consejos, ni siquiera una palabra de aliento. Un callejón sin
salida, y de pronto una idea, ¡la luz!, ¡qué fracaso!, de nuevo
la lucha. Minuto tras minuto, hora tras hora, día tras día;
cuando todo parecía encarrilarse, ¡zaz!; otra vez el caos. Ya no
quedan ni chispas de luz, otra vez a empezar, ¡no puedo
abandonar!, pero ¿cómo seguir?. ¿Recurrir al maestro tal vez?.
Pero a esta altura del partido, no sé!.
Todo
se nubla, todo se confunde, un remolino de ideas ya gastadas, de
nuevo probar todas las opciones, y otra vez el fracaso. El tiempo
se acaba, nada funciona, podría abandonar ahora y... ¿quién se
enteraría?.
¡No!,
no puedo, no debo. Tengo que aclarar mi mente, buscar otra
posibilidad, buscar... imágenes de mi historia transcurren frente
a mis ojos. En cuestión de instantes todo pasa. No sería la
primera vez que no logro el triunfo, pero ser derrotada así, de
esta manera y por esta cosa.
El
torbellino que se formó en mi cabeza, de pronto se calma, y sí,
debo aceptarlo, pero... ¿realmente cuenta como fracaso?. El
burbujeo de mi sangre se detiene, mi respiración se calma, todo
vuelve a su cauce normal. Debo aceptarlo, sí, compré mal el
hilado y la máquina de tejer no lo aceptó, probemos con otra
lana.
Patricia
Bejarano
(Alumna
del Taller Literario"Tu Mundo Interior".
4741-4944/4748-3357)