Sr.
Director:
-Ahora
recuerdo que ese del contrato, era uno de los puntos importantes y
sobresalientes de vuestro sistema, al que llamamos doctocracia,
además, se basaba en la necesidad de que los gobernantes hicieran
un estudio en Salamanca como los médicos y los licenciados en
leyes. Tendrían que adquirir conocimientos suficientes e idóneos
para regir a los pueblos. Dijisteis, en aquella oportunidad, que
no sería difícil organizar los planes de estudio, y que los
funcionarios se elegirían según los promedios y las notas que
alcanzaran en sus asignaturas. También existía una cláusula por
la que serían examinados al terminar sus mandatos, y otra que
establecía, incluso, que éste sería interrumpido, si no
cumplían con lo estipulado en el convenio previamente firmado; y
que hasta serían penados, multados y sancionados.
Tenían
que respetar lo prometido en el tratado, no sólo con respecto a
las metas y objetivos, sino a los tiempos establecidos. Una
característica propia de vuestro sistema consistía en que no
habría diferencias entre la gente, todos serían iguales no
existirían fueros ni privilegios, lo cual me pareció muy justo.
Otra cuestión importante era la abolición de los impuestos: el
gobierno sería autárquico, vale decir, que debía ser capaz de
generar sus propias rentas a partir de industrias, haciendas y
servicios. Dijisteis que, si siempre los pecheros habían podido
ganarse la vida trabajando para ellos mismos, y, al mismo tiempo
para los monarcas, los nobles, los corregidores… manteniendo y
pagando sus lujos, y su riqueza; bien podrían los gobernantes,
con las ventajas de su condición y, en este caso, de sus
estudios, generar rentas para pagar sus propios sueldos y
administrar el país.(…)
La
doctocracia sólo podrá establecerse, cuando los hombres
resuelvan sentarse a una mesa para convenir la mejor manera de
organizarse solidariamente. No es éste el caso. La Corte se está
reuniendo para ver cómo explotarlos mejor. Los ciudadanos de esas
comarcas quedarán reducidos a una disfrazada servidumbre.
Bastante triste; por cierto, pues el esclavo creerá que es el
amo, cosa que habitualmente sucede en las democracias.
-¡Voto
a tal! Habláis con mucha serenidad de un tema que, en verdad
indigna.
-Si
se pudiera hacer algo...
-¿No
es posible que, dentro de ese sistema representativo, ideado por
los griegos, la gente pueda mejorar su condición?
-En
la democracia el pueblo no vive en mansiones, sino que lo hace a
través de sus representantes.
El
texto ha sido tomado de las págs. 285 y 329 de mi libro "El
Caballero Hernán y el Adversario Invisible". Novela
histórica, en la España de los Reyes Católicos, presentada en
auditorio Borges de la Biblioteca Nacional.
Alejandro
Sicardi
Médico-Escritor
Docente
de salud mental de la
Facultad
de Medicina de la UBA
www.sicardialejandro.com