EXPERIENCIAS: Hermes ChesinI

     AÑO XII - NUMERO 124 - FEBRERO DE 2004    


El autor ya se va convirtiendo en un clásico de estas páginas. En esta ocasión, nuevamente montado en su inseparable bicicleta, nos cuenta que ocurre cuando llega...

LA VOZ DE LA SANGRE


Dicen que la sangre tira ¡Y vaya si lo hace! Porque esta vez fue ella la que me impulsó a realizar este viaje en bicicleta a la provincia de Entre Ríos.

Este no es un viaje de kilómetros de distancia, de paisajes imponentes, de mares bravíos o montañas majestuosas. Este es un viaje del alma. Un volver al pasado o a uno mismo, para reencontrarse con viejos afectos perdidos en el tiempo y la distancia.

En la ciudad de Urdinarrain viven mis tíos, mis primas y sus respectivas familias, a los cuales deseaba volver a ver, y hacia ya nos dirigimos con Jorge, compañero de ruta y amigo.

Partimos el viernes 5 de diciembre de 2003, a la 6 AM, de la ciudad de Zárate. Cruzamos rápidamente los dos puentes del complejo Zárate Brazo Largo y acompañados por el viento llegamos a las 9 hs. a Ceibas, donde paramos media hora a tomar unos amargos. Ya estábamos en Entre Ríos.

Las ganas de llegar impulsaban nuestras piernas. La ruta, con su mala fama, obligaba a la mayor concentración. Sólo había lugar para el silencio y el zumbido de la cadena vibrando en la mañana. Así fue como pasamos de largo por la entrada a Gualeguaychú. Siguiendo por la ruta 14 llegamos al cruce con la ruta provincial 20 donde nos detuvimos para almorzar a las 12,30 hs. Nos sentíamos muy bien. Habíamos hecho 150 km. muy rápidos, con viento a favor y con poco tránsito.

Sólo restaban los 45 km. de la ruta 20. Pero al tomar esta ruta cambiamos nuestra dirección y con ella la ayuda del viento. Por el contrario, no sólo habíamos perdido este gran apoyo, sino que era ahora nuestro peor enemigo. Nos vimos obligados a disminuir drásticamente la velocidad. Todo esfuerzo se hizo inútil. El camino nos enseñaba que todo tiene su precio.

Después de una hora, de batallar intensamente, hicimos un alto en una escuela rural para abastecernos de agua, donde nos informaron que nos faltaba 30 km.

Otra vez a la ruta y dos horas más de lucha contra un muro invisible que te somete y te dice quién es el que manda. Finalmente, entramos a la ciudad y todo se volvió calma. La vida había tomado otro ritmo, la gente parecía más buena, y nos sentimos aliviados y felices de haber llegado. Eran las 16,20 hs.

Cuando detuvimos nuestras bicicletas frente a la dirección indicada salieron a recibirnos mis tíos Alicia y Luis, y mi prima Norma (foto). Besos y abrazos que se confunden, miradas que se buscan y preguntas interminables que nunca se acaban de responder. Al caer la tarde llegó mi otra prima, Laura. Luego, de a uno, fueron apareciendo los esposos de mis primas y sus respectivos hijos, la sangre nueva de la familia.

 

Volver al pasado

Al día siguiente, sábado 6, partimos de Urdinarrain por el ripio que pasa por Britos y Parera. Después de recorrer 30 km. llegamos a Irazusta, pueblo donde vivieron mis abuelos. Hicimos un alto en el boliche de Hilt, quien nos contó la historia del pueblo y de sus antiguos habitantes, entre ellos mis abuelos. En esa hora de la siesta, bajo la sombra del paraíso en la vereda, nos trasportamos en el tiempo 30 o 40 años atrás.

De allí salimos, meta pedal y a puro sol, por un camino de tierra, rumbo a Talitas.

Cruzamos la Divisoria, un excelente camino que comunica Larroque con Urdinarrain, y nos internamos en pleno campo. Siguiendo el mapa, con las indicaciones que me había dado mi tío en la mañana, llegamos a las taperas donde alguna vez vivieran mis tíos, mi padre y abuelos. Sólo quedaba un viejo molino, todavía en actividad, junto a la represa de agua, una casa de ladrillos deteriorada por el tiempo y una arboleda de paraísos y talas pequeños.

A medida que avanzábamos por el camino el paisaje nos envolvía y nos sentíamos unos gauchos en bicicletas de todo terreno. Luego de atravesar algunos puentecitos sobre pequeños arroyos y pedirle permiso a algunas vacas que nos miraban indiferentes, hicimos un alto en el almacén Fardini. Hablamos con su dueña, Elsa, quien nos refirió algunas historias del campo. Mientras la escuchábamos y le preguntaba acerca de mi familia no pudimos resistir la tentación de jugar un partido de pool en la mesa del boliche.

Seguimos camino y nos encontramos con la vieja Escuela Nº 18, donde alguna vez estudiaron mi padre y mi madre. Saltamos la tranquera y nos acercamos al edificio en desuso. Por un agujero en la ventana miramos sus aulas vacías y silenciosas. No pude dejar de imaginar a un grupo de gurises mirando al pizarrón y escuchando lo que la maestra les enseñaba. Dejamos atrás el templo del saber y apuramos la marcha pues la tarde estaba llegando a su fin. En el apuro no logré identificar con precisión el lugar exacto donde vivieron mi madre, mis tías y abuelos maternos. No encontraba a nadie a quien preguntar y ya la luna había salido redonda en el horizonte. Debíamos volver a Urdinarrain donde nos esperaban para cenar. Metimos pedal a fondo y sin importarnos los pozos del camino, volvimos a pasar por Irazusta. No podíamos dejar de saludar a un par de vecinos. Ya de noche encaramos el regreso por el ripio. La luna nos marcaba el rumbo y cada vehículo que pasaba era una nube de tierra que nos enceguecía y envolvía por completo. Llegamos, al fin, a las 22 hs.

En la casa de mis tíos se respiraba un olorcito a asado y un clima de fiesta. Pero la sorpresa llegó cuando me saludó un muchacho de unos 35 años que nunca había visto: era mi primo hermano, del cual sólo sabía su nombre, Ariel. La mesa estaba servida y nos esperaba una larga charla.

 

Entre mate y mate

El domingo 7 fue una jornada familiar: con charlas de sobremesa, el mate por la tarde, anécdotas y proyectos a futuro. Por la tarde fui a la estación del ferrocarril para informarme sobre el horario de "El Gran Capitán" (el nuevo tren que va desde Capital Federal hasta Posadas). Me comunicaron que el tren pasaría por ahí a las 4 AM del lunes. Así que esa noche decidimos no dormir y salir a conocer un poco de la vida nocturna de la ciudad. Después de las despedidas correspondientes fuimos con tiempo a la estación, acompañados por mis primas. Se hizo la hora pero el tren no apareció. En el cielo encapotado y gris se dibujaron algunos rayos y pronto comenzó a llover. Amaneció, pero el tren seguía sin aparecer. Una imagen de la Virgen en la pared de la estación nos recordaba que era su día (8 de diciembre). Por suerte, los mates y la buena compañía, matizaban la espera.

 

El Gran Capitán

Al fin ¡Sí! Un rumor en las vías y a lo lejos, en el horizonte de la mañana nublada y lluviosa, una luz amarilla que brillaba como una estrella y la bocina anunciando que El Gran Capitán se acercaba. Eran las 6,15 hs. Nos despedimos y subimos al tren que luce los colores de nuestra bandera. Acomodamos nuestras bicis en el furgón (importante) y nos sentamos en un vagón. Por primera vez podíamos viajar sentados cómodamente sin temer por la seguridad de nuestras bicicletas. Perdonamos al tren su demora.

La importancia de este medio de transporte merecería un capítulo aparte por la reactivación económica y social que representa para muchos pueblos y ciudades del interior. La gente, sobre todo los chicos, saludaban al tren como si fuera un avión, los automovilistas hacían sonar sus bocinas en señal de saludo, y todos sentimos que habíamos recuperado algo.

La bicicleta me había llevado al pasado, ahora el tren me devolvía al presente. Pero yo ya no era el mismo. Algo había cambiado en mi interior. Algo que latía en mis venas y me llamaba a gritos. La voz de la sangre, la misma que la de mis padres y abuelos. Esa que llama y tira.

 

Agradecimientos y saludos finales

Agradecemos especialmente a las familias Zuruaga, Chesini y Denardi de Urdinarrain por lo bien que nos trataron y por todo el cariño y hospitalidad recibido en nuestra estadía por aquellos pagos. Muchísimas gracias, también, a todos los que permanentemente nos acompañan de uno u otro modo.

¡Un abrazo de fuerza y voluntad para todos y hasta la próxima travesía!

Hermes Chesini

 

Nota: a los que se quieran comunicar, compartir experiencias o salir a pedalear, nuestro correo es travesiaazul@hotmail.com 

 

Hermes Chesini

 

En una expedición de los Andinautas

TIGRENSES EN LOS HIELOS CONTINENTALES

"Dicen que recorrer los Hielos Continentales es lo más parecido que existe a andar por la Antártida", afirma el pachequense Mauricio Bernardo Bianchi.

Los Andinautas (grupo conformado por su iniciativa en octubre de 2001) cada vez se consolida más y ha proyectado una nueva Expedición que, como lo fuera la de Domuyo (Neuquén) en noviembre de 2002 y la de Chañi (Jujuy) en julio de 2003, es el resultado del entusiasmo y el amor a la vida en la naturaleza combinado con la excelente camaradería y solidaridad del centenar de personas que componen este grupo, diseminados en todo el país.

"En esta expedición participamos 10 personas, uno es de Mendoza, dos de San Martín de los Andes, tres de Capital Federal, dos de Moreno y dos somos del Partido de Tigre", describe el talarense Juan Pablo Orlandi, uno de los participantes.

El 1 de marzo próximo los Andinautas estarán ingresando a los Hielos Continentales por el Paso Marconi, próximo al pueblo de Chaltén (a unos 230 km. de El Calafate, Santa Cruz). Unos 7 días después (o lo que el típico mal tiempo de la zona determine) regresarán a Chaltén a través del Paso del Viento, luego de haber recorrido más de 80 kms. sobre glaciares, temperaturas extremas bajo cero y, seguramente, algún temporal de viento blanco. Eso sí... lo harán con la satisfacción de haber recorrido uno de los últimos territorios vírgenes del mundo y en pleno contacto con la naturaleza en su estado más salvaje.

En la próxima edición ampliaremos pero si desea tener más información puede buscarla en www.andinautas.com.ar  y en www.quillenproducciones.com.ar 

 

¿DONDE VER VIAJES EN LA RED?

Varios de los relatos de "Experiencias" que han enriquecido las páginas de la Revista "EL DISTRITO" están publicados en internet. Se trata de vivencias de viajeros pero no de los típicos circuitos turísticos.

Se cuentan viajes distintos, viajes que tienen a veces un ingrediente de aventura, en otros casos una descripción de una actividad deportiva no común (trekking, montañismo, esquíes, etc.) o el descubrimiento de una cultura y formas de vivir que son extrañas o distintas a las nuestras.

Estas historias son, generalmente, de nuestro Director pero también de otras personas y, por supuesto, se invita a participar contando el suyo.

Ud. puede ingresar a sitios en los cuales encontrarán relatos ya publicados pero con la ventaja de poder apreciarlos más en extenso y ver las fotos en colores.

Algunos de los sitios donde están estas notas son:

www.eldistrito.com.ar 

Es el sitio de nuestra revista donde podrá ver lo publicado.

 

www.andinautas.com.ar 

Es el sitio del CLAN (Club de Andinautas).

 

www.alborde.com.ar 

Es el sitio de la revista de aventura "Al Borde".

 

www.aventurarse.com 

Es un portal de actividades de aventura.

 

www.vertikal.unlugar.com 

Es un sitio personal de viajeras.

 

www.geocities.com/losmontaraces 

Es un sitio personal de viajeros.

 

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ACTUALIZADO: Tuesday, 19 de September de 2006

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