La
idea de subir el Lanín (3776 mts.) en invernal nació a mediados
de febrero, por uno de los expedicionarios -Ulises Ielpo-; junto
con él nos acoplamos Valeria Damiani, Diego Castro y yo; todos
miembros del Club Andino San Martín.
Previamente
se informó vía e-mail la llegada de cuatro personas a la
seccional Tromen de Guardaparques con el propósito de ascender el
Cerro por su ruta Normal o Noroeste (vía Espina de Pescado). Nos
dan el O.K. detallando la existencia de 1.5 metros de nieve en la
Seccional, que se encuentra a unos 1000 M.S.N.M. El Guardaparques
de turno, Nicolás Katuchin, nos dice que está todo bien y nos
espera con unos mates en su cabaña. Finalmente tras 22 horas de
viaje desembarcamos en Tromen a eso de las 7 de la tarde... era el
14 de junio.
Preparamos
el equipo y nos refugiamos en una casilla rodante, ofrecida por
Nico. Tras una fría noche de -18° nos levantamos bien tempranito
y con un cielo totalmente despejado y pristino iniciamos la marcha
por un trabado bosque de lengas (esta vez acompañados por Nico
que subía hasta el refugio y bajaba en el día).
Caminar
con raquetas hubiera resultado sencillo, pero no contábamos con
ellas. La subida por debajo de la Espina de Pescado se presentó
bastante empinada por la nieve acumulada. Sin embargo no nos
pusimos los grampones en ningún momento, al menos durante este
primer día de expedición. La pendiente se multiplicaba y no
paraba de sumar grados a medida que ascendíamos y el ritmo de
cada uno iba marcando las diferencias.
Cada
tanto nos deteníamos a filmar, a sacar algunas diapositivas, por
suerte el buen humor reinaba en todo el grupo y nos unía a tirar
para arriba a pesar de la nieve que se ponía cada vez más dura y
nos obligaba a tallar escalones con las botas. Finalizando la
Espina, ya montados en la Canaleta y con más de 6 metros de nieve
consolidada bajo nuestros pies, iniciamos el trayecto final hacia
el primer objetivo: El Refugio de Infantería de Montaña a 2450
mts. de altura. Felizmente, siete horas después de la partida,
nos encontramos sanos y salvos en el viejo refugio del ejército
que para variar estaba lleno de nieve.
Entretanto
Nico nos comenta que desde principios de Mayo nadie subía el
Volcán y nos relata algunas historias fatídicas ocurridas años
atrás, de los accidentes y los rescates hechos en la tan
codiciada Vertiente Sur. Charlamos un rato más y finalmente
decide emprender el regreso. ya eran las 18 horas.
Nos
tomamos una sopa comunitaria y aplacamos el hambre con unos
capelettinis. El M.S.R. (nuestro calentador) no para de derretir
nieve y nos abrazamos a él; por experiencia bien conocemos los
riesgos de una mala hidratación, la propuesta es beber y beber
hasta completar las 5 litros diarios.
Con
un cielo estrellado y sereno nos preparamos para pasar una noche
toledana y rezamos para que el clima no empeore. El duro día de
trabajo lo sentimos todos, en nuestros cuerpos, sobretodo Valeria
que estaba bastante agotada, pues hizo esfuerzos de todo tipo para
llegar al refugio.
Suena
el despertador, son las 6 a.m., nos empezamos a mover rápidamente
ya que hay que fabricar agua. unos doce litros para los tres.
Metida en su bolsa Valeria toma la decisión de quedarse en el
refugio a esperarnos, evidentemente su condición física no
mejoró mucho; y de acá en más el ascenso va a ser mucho más
empinado y complicado; pero para ella va a haber otra oportunidad.
El Lanín no se va a mover de ahí.
A
las 9 hs. salimos con un amanecer rojizo, contorneado con
montañas y más montañas sobre el horizonte. Sobre un terreno
virginal y la mirada puesta en las huellas, avanzamos muy
rápidamente, con los grampones bien ajustados y un bastón en
cada mano (no usamos piolets).
A
los 3.000 mts. una parada sirvió para reponer líquidos; el día
se presentaba ideal para escalar, casi sin vientos, sin nubes y
con un sol a pleno. Decidimos no encarar directamente por la
Canaleta (vía de acceso clásica) sino hacia la izquierda, por un
sector llamado El Hombro. De esa manera tomaríamos altura más
rápidamente y nos hundiríamos menos en la nieve.
Ya
pasado el medio día la nieve se ponía cada vez más blanda; en
ciertos sectores nos enterrábamos hasta las rodillas. Más
adelante y arriba atravesamos en diagonal el tramo superior de la
canaleta hasta arribar a unos 3.500 mts., en la base de una gran
rampa natural, formada por la gran cantidad de nieve acumulada. El
acceso iba a resultar sencillo por sobre la rimaya, pero
deberíamos cruzar muy rápidamente por el peligro potencial de
causar un desprendimiento.
Al
atravesar esta virtual puerta de entrada el entorno cambio
notablemente el hielo tomaba forma de coliflores, floreado y
cristalino... escamado hacia el este, por la acción del viento.
De repente, casi sin darnos cuenta el viento nos golpea la cara,
como si nos estuviera dando la bienvenida, y frente a nosotros la
cumbre... la cumbre tan ansiada. El corazón estalla de alegría.
Con las lágrimas pegadas a los párpados comparto la alegría con
mis amigos de siempre. Atrás quedaba el cansancio y la
incertidumbre. La vista es imponente, la cantidad de cerros es
impresionante... a lo lejos el Tronador... Villarrica... el
Llaima; en silencio nos deleitamos con el paisaje que nos rodea...
eran las 15 horas.
Y
allí estábamos, en la cumbre... donde convergen todas las
emociones, donde las amistades se unen, donde los sueños se hacen
realidad... , en fin, donde la perfección es perfecta.
¡¡Gracias
Lanín!!
Christian
Ferrari
maliferrari@hotmail.com