LOCALES: Mauricio Bianchi

     AÑO X - NUMERO 101 - DICIEMBRE DE 2001     


SAQUEOS Y CACEROLAZOS


 Incendio cerca del obelisco

 

Si bien los inconvenientes ya se habían iniciado casi una semana antes en Mendoza y Rosario, la madrugada del miércoles 19 de diciembre de 2001 fue la que inició un caos generalizado en muchos puntos del país y un verdadero cambio institucional en Argentina.

Esa mañana nos desayunamos con lo ocurrido en Concepción del Uruguay (Entre Ríos) y en Moreno y San Miguel (Buenos Aires) y esas imágenes de una increíble sencillez para realizar saqueos incitó, sin dudas, a su propagación. Comenzaron a correr, además, cantidades de informaciones en los medios sobre saqueos. También se contribuyó a crear esta paranoia desde la propia Policía que salió a solicitar a los comercios, en varias localidades, que cerraran pues venían saqueadores y, por supuesto, la increíble inacción que mostró en algunos casos que llegaron al colmo de "colaborar".

Inmediatamente vino a la memoria colectiva lo ocurrido en mayo/junio de 1989 cuando los saqueos precipitaron la salida del gobierno de Raúl Alfonsín. Otra vez un radical sobrepasado por la situación aunque estos dos hechos tuvieron connotaciones y orígenes distintos.

Un dato de estos hechos que no posee referencia en los anteriores es que ahora hubo una increíble protesta espontánea de la clase media (la poca que queda y que está principalmente concentrada en Capital Federal y sectores del conurbano) a su modo... pacíficamente y sin identificación política, sólo con banderas argentinas. Esta protesta espontánea que se produjo inmediatamente después del discurso de De la Rúa del miércoles por la noche, colmó la Plaza de Mayo y la del Congreso Nacional e, increíblemente, fue rechazada "a palazos" sin razón por la Policía Federal.

El pueblo cacerola en mano

Esa concentración de la noche del miércoles hasta la madrugada del jueves se debe inscribir como un importante hecho de la historia de la participación ciudadana. No tanto porque haya "conseguido" la caída de un Presidente (De la Rúa) y/o un Ministro de Economía (Cavallo) ya que habrá que ver si lo que viene es realmente mejor (¡es necesario que lo sea!), sino porque ha demostrado claramente que los ciudadanos pueden dar mensajes clara y pacíficamente... Primó en todos la sensación de "pertenencia" de que "queremos lo mismo" y que eso podemos sentirlo ante un evento deportivo (lo típico de los mundiales de fútbol) pero también ante circunstancias que afectan nuestra vida cotidiana. Fue sin dudas un "peticionar a las autoridades", diría que fue algo más claro, una "petición a la dirigencia política".

El justicialismo, que tendrá la responsabilidad de gobernar, y los que ahora serán la oposición no lo comprendieron inmediatamente y eso lo pagó con el fracaso de Adolfo Rodriguez Saá. Ahora tiene su chance Eduardo Duhalde y, si no lo entienden de nuevo es de imaginar que pronto tendrán a la gente en la calle otra vez... ¿a alguno le cabe dudas de ello?.

Lamentablemente no se escuchó en su discurso inicial el "ajuste de la política". Si no lo hacen ellos se los hará la gente y de eso se dan cuenta, por eso los dirigentes le está teniendo miedo a realizar elecciones.

Es hora de no sólo reformas económicas y sociales, también es hora de reformas políticas, es hora de que los políticos dejen de pensar en prebendas, privilegios y corrupción. Es hora de que comiencen a gobernar "para la gente".

Hay una sensación de que un importante sector de la sociedad tiene en claro: "qué queremos los ciudadanos" y "qué no queremos". Es de esperar que los políticos lo entiendan e interpreten. Creo que ahora es más probable que si no lo entienden verán caer sobre ellos el reclamo manifestado de diferentes formas. Eso ocurrió en estos días. Los sectores más humildes, los que han quedado marginados o excluídos "del modelo" se manifestaron violentamente incitados por bandas de delincuentes que (lamentablemente) han sido engendrados por nuestra imperfecta democracia que, carente de verdadera justicia y premios y castigos, nos ha sumido en una verdadera inseguridad ciudadana. Igualmente no debe dejarse de considerar que, es evidente, que los grandes sectores humildes de nuestra población tienen totalmente relajados (por no decir casi inexisten-tes) los valores básicos no sólo de vida en comunidad sino otros como el respeto por el otro. La gente que fue a "saquear" no está "muerta de hambre", más bien está "excluida" del "consumismo" de la posibilidad de "llenar el changuito" mientras ve que otros (cada vez menos) lo pueden hacer. Es cierto que sufren privaciones, que tienen problemas para tener una vida digna pero... no son hordas hambrientas desatadas.

En tanto que otros sectores, lo que queda de la clase media, que ve su caída permanente, se manifestaron pacíficamente en una importante protesta espontánea sin identificarse con partido alguno y repudiando, tal vez no la política, sino la "forma de hacer política".

Al margen de todo esto está lo ocurrido le jueves 20 por la tarde en los alrededores de Plaza de Mayo donde sectores de la izquierda argentina más cerrada y reaccionaria (desde las Madres de Plaza de Mayo hasta partidos tan autoritarios que creen tener la "verdad revelada") mandaron sus "fuerzas de choque" contra la Policía Federal, los Bomberos y hasta las ambulancias. El lamentable saldo de todo esta situación ascendió a cinco muertos en la Capital que engrosaron los 29 registrados en total.

Quedó claramente demostrado que mientras algunos partidos de la izquierda argentina más radicalizada no entiendan que la violencia no es el método, no llegarán electo-ralmente a superar la obtención de alguna que otra banca. Hasta que sus principales dirigentes, cuando hablan, no dejen de segregar una baba rabiosa llena de resentimiento e incitación a la violencia, no progresarán en tener la capacidad de resolver los problemas de la ciudadanía sencillamente porque la ciudadanía no quiere violencia ni rabia, quiere propuestas, pero propuestas realizables, reales, concretas, no teorizaciones. Además la gente quiere cambios pacíficos, no violentos, la violencia no le agrada a la gente, al menos a la gente pensante.

Mientras el método de las izquierdas radicalizadas sea el de las piedras, las bombas molotov, los rostros ocultos y el discurso de resentimiento, será difícil que encuentren apoyo popular.

 

 

Mauricio Bianchi

 

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ACTUALIZADO: Thursday, 28 de February de 2008

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