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Disfrutando
de la laguna Verde en Chall-Hua-Co |
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La
hermosa "Capital de los Lagos del Sur" ofrece múltiples
posibilidades para todos. Permite que todos puedan disfrutar de
acuerdo a su interés. Aquí va un relato de algunas actividades
que se pueden emprender sin problemas. Es...
Siempre
llegar a San Carlos de Bariloche (Río Negro) es un regocijo, sea
en avión o en ómnibus, ya que todo su entorno es como escapado
de un cuadro. Ver de repente el enorme lago Nahuel Huapi es un
regalo para las retinas que no olvidarán esa imagen nunca. Lo
mismo pasa con observar la ciudad recostada sobre el cerro Otto,
descendiendo hacia el lago y
custodiada en sus espaldas por las
laderas del cerro López, las imponentes torres del cerro Catedral
o las nieves eternas de Anoon (el cerro Tronador).
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Disfrutando
de la laguna Verde en Chall-Hua-Co |
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Pues eso es lo que hacía el 2 de enero del 2001, junto a Vicky,
llegar y admirarme, una vez más a pesar de la cantidad de veces
que lo he hecho, con el paisaje descripto.
Más alegría tenía ya que, además de todo eso, tengo amigos
entrañables allí y la llegada significaba verlos luego de varios
meses.
Chall-Hua-Co
Apenas
llegados -y ya lo había coordinado por correo electrónico
anteriormente- ya estuve en contacto con ese buen tipo llamado
Clemente Arko que tiene a cargo el refugio J. J. Neumeyer en el
valle del Chall-Hua-Co. Hacia allí partimos inmediatamente
llevados en 4 x 4.
Una vez en el refugio comenzamos con la tarea de disfrutar el
entorno. Nos dirigmos primero al mirador del valle que está
cercano al refugio para luego ir a la Laguna Verde, que se
encuentra a unos 40 minutos de caminata.
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El
Refugio J. J. Neumeyer se encuentra emplazado en medio del
bosque de lengas |
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Esta laguna se congela durante el invierno (está a unos 1.400
mts. de altura) y es muy entretenido caminar y correr sobre ella
cuando esta en ese estado.
La llegada de la noche trajo la primera experiencia de dormir en
refugio para Vicky. Como es poca la gente que se queda en el
Neume-yer, teníamos donde elegir para dormir y así lo hicimos
con toda comodidad y el cansancio que se siente cuando se hizo
algo agradable.
La calidez del refugio, de su gente, y el increíble entorno en el
cual está lo hace único. Sobre todo teniendo en cuenta que, en
verano y con buen tiempo, es posible llegar hasta el mismo en el
vehículo propio pues hay un camino hasta su puerta y está a
sólo 25 km. de Bariloche.
Cerro
Tronador
Luego
de disfrutar del valle del Chall-Hua-Co regresamos a Bariloche
para tener nuestra primer noche
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Desde
el playón donde llega el turismo convencional se aprecia lo
importante que es el Ventisquero Negro en el cerro Tronador
de San Carlos de Bariloche |
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de alojamiento ciudadano. Al día
siguiente nos fuimos temprano en el Transporte RM que, coordinado
por Graciela, realiza el servicio regular diario -en época
estival- de Bariloche a Pampa Linda (al pie del Tronador).
Nos fuimos con la idea de acampar en Pampa Linda para conocer los
alrededores pero... el tiempo lo impediría.
Luego del viaje de 80 km. llegamos a Pampa Linda y allí nos
dirigimos pronto hasta las zonas turísticas por excelencia: la
Garganta del Diablo y el Ventisquero Negro.
La primera es una sucesión de increíbles cascadas (luego de
contar más de 30 te cansás) que caen del glaciar Castaño Overo,
que se encuentra en lo alto de la montaña.
Estas cascadas conforman el río Blanco que, más abajo, se junta
con el Manso.
En este lugar hay una confitería que es visitada por los
numerosos turistas que llegan en sus vehículos sin
inconvenientes.
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La
increíble vista de la "Garganta del Diablo" |
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Luego caminamos hacia la zona del Ventisquero Negro pero avanzamos
saliendo del camino y tomando la parte alta de la morrena lateral
del glaciar que íbamos a observar.
Aparecimos
en la parte alta pudiendo mirar tan bien el glaciar que hasta
veíamos que había gente en el medio del mismo. Eran los del
curso de escalada en hielo que dicta el Club Andino Bariloche y
que realiza prácticas allí.
Caminamos por la morrena escuchando los desprendimientos de hielo
y la caída de piedras dentro del mismo glaciar. Ello representaba
un sonido muy especial que disfrutábamos a pleno.
Descendimos al playón que utilizan los turistas que llegan en
automotor y, desde allí, se ve mejor el tamaño del glaciar.
Luego volvimos a subir a la morrena para recorrerla hasta su final
(unos 400 mts).
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El
saltillo de las Nalcas es un lugar digno de visitar |
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Extraña sensación era esa de como "ir acompañando" el
glaciar en su desarrollo (o más bien retroceso). Tanto es así
que llegamos a su punta y descendimos para sentarnos en un
roquerío ubicado en el medio del río. Desde allí, de frente al
ventisquero negro, se podía apreciarlo en toda su dimensión. Se
podía ver cómo desciende de las alturas de la montaña en
grandes desprendimientos, grandes rugidos que le otorgan su nombre
a la montaña (Tronador). Y es que, verdaderamente, parece que
estuviera por llover al escuchar esos sonidos que, en realidad,
son roturas y caídas de hielo.
Allí donde estábamos el ventisquero se derrite dando origen al
río Manso. Estábamos sentados en el medio de la muerte del
glaciar y el nacimiento del río.
Luego
de disfrutar este paseo aparecimos en el camino e hicimos dedo con
suerte ya que nos llevaron casi hasta Pampa Linda.
Como el tiempo nos alcanzaba nos dirigimos al espectacular
Saltillo de las Nalcas. Es una caída de agua de unos 15 mts. que
forma un estanque simulando todo una gran ducha pero ubicado en un
hermoso bosque. Basta una caminata de una media hora para llegar,
sin desnivel, y es una verdadera picardía no hacerlo.
Volvimos a Pampa Linda y, como el tiempo ya se había planteado
con lluvia, decidimos que no nos quedaríamos acampando, así que
regresamos en el ómnibus a Bariloche, luego de "una
excursión de un día".
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Desde
el cerro Ventana se posee esta hermosa vista del cerro Oto y
el lago Gutierrez |
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Cerro
Ventana
Una de las grandes ventajas de Bariloche es que uno puede "ir
a la montaña" simplemente tomando un micro de línea común
y, casi sin darse cuenta, ya está transitando bosques, laderas...
¡montaña!.
Así
hicimos al día siguiente y nos fuimos, en un micro de línea,
hasta el barrio El Pilar para encarar el ascenso al cerro Ventana.
Este cerro tiene a sus pies la Ruta 258 (que va hacia El Bolsón)
y el lago Gutiérrez y forma parte del cordón del Ñireco.
Tiene la particularidad de poseer, en una de sus laderas y bien
alta, una especie de ventana natural del tamaño de tres hombres.
Esta característica es observable desde muchas posiciones y así
fue que le quedó la denominación de Cerro Ventana.
Bajamos del micro y comenzamos a ascender atravesando un
bosquecillo de árboles no autóctonos (pinos) que abundan en esta
zona ya que fueron plantados y, también, se quemaron hace unos
años.
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Exelente
lugar para un pic-nic. Cerro Ventana y, al fondo, Bariloche
y el lago Nahuel Huapi |
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Nos tocó un hermoso día y, a medida que ascendíamos, la vista
mejoraba a cada momento.
Desde
la ladera del Ventana comenzamos a ver todos los alrededores
porque no había cerros que lo impidieran: el Otto, el Catedral,
los más alejados, el lago Gutiérrez, el Nahuel Huapi y, por
supuesto, la ciudad de San Carlos de Bariloche.
Nuestro ascenso se hizo lento (era la primera experiencia de este
tipo para Vicky) y habíamos comenzado tarde. Si bien teníamos la
intención de subir a la cumbre no nos desvelaba y las vistas y
las fotos sacadas ya nos tenían satisfechos así que, sumado a
ello que el tiempo comenzó a ponerse amenzante.
Comimos algún bocadito que habíamos llevado y comenzamos el
descenso para ir de nuevo a tomar el colectivo que nos llevó al
centro de Bariloche. Por la noche se largó a llover "con
ganas" y seguiría así.
Curanto
El día siguiente amaneció totalmente lluvioso lo que invitó a
prolongar el descanso pero para el mediodía ya estábamos en
camino a la tradicional y pintoresca
localidad
de Colonia Suiza, a unos 25 km. de Bariloche.
El motivo de nuestra visita en ese día era "hacer algo"
en un día de total lluvia, saludar amigos y "comer
curanto".
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En
descenso, por la ladera del cerro Ventana |
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Fuimos hasta el camping Hueney Ruca para tomar unos mates con
"Maguila", ese bonaerense que encontró en aquella zona
la paz que falta aqui.
Luego de los mates ya era hora del curanto que estaría listo.
Esta
es una comida tradicional que se hace en la tierra. Se cava un
pozo en el cual se calientan leños con piedras bochas (esas
redondeadas por la acción del agua de los ríos) y cuando estas
están calientes se sacan los leños y se los cubre con hojas de
Pangüe (planta autóctona de grandes dimensiones, también
conocida como Nalca).
Sobre esta capa de hojas se coloca la comida que consiste en carne
de asado y cordero, achuras, etc. También calabazas con
ensaladas, manzanas, papas, zanahorias, batatas, etc.
Luego se cubre todo con otra capa de hojas de Pangüe, unas
arpilleras y, por último con tierra.
Aproximadamente
a la hora y 15 minutos comienza a salir humo de esta virtual
"olla a presión" y entonces se desentierra todo y se
sirve. Su sabor es delicioso.
En febrero de cada año se realiza, en Colonia Suiza la Fiesta
Municipal del Curanto realizándose uno para más de 1.000
personas.
Luego de disfrutar de esta tradición, y corridos por la
permanente lluvia, tomamos otro colectivo para regresar a
Bariloche.
Hacia
otros rumbos
El último día que compartíamos en Bariloche también fue malo y
nos limitó a recorrer el centro (especialmente la feria
artesanal), descansar y visitar amigos.
Por la noche vino desde San Martín de los Andes Javier, para
buscarme pues nos íbamos a Santa Cruz para intentar el ascenso al
cerro San Lorenzo... pero eso es otra historia.
Luego de cenar y, con una impresionante lluvia, cargamos mis cosas
en la camioneta y partimos a medianoche.
Mauricio
Bernardo Bianchi